
Cuando Isabel Lombardía decidió estudiar Ingeniería Industrial tuvo que escuchar en demasiadas ocasiones que, por ser mujer, no tenían las capacidades suficientes. A su padre le llegaron a decir que era «una pena, con las cosas más guapas que hay para mujeres». Han pasado desde entonces casi treinta años y la gijonesa se enorgullece de haber visto «un cambio bestial» en el sector, aunque «a veces queda un resto», lamentó ayer durante el IV Encuentro de la Mujer Ingeniera, organizado por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales del Principado.
La directora general de Espiral MS España hizo un repaso por las dificultades que se encontró a lo largo de su trayectoria. Como la invisibilidad, la infantilización o la sexualización. «No me digas que no puedo, no me digas que no debo; tienes que verme, no me digas que soy invisible; no me veas como una niña y no me vas como un objeto sexual», reclamó.
A pesar de estas circunstancias, Lombardía hizo un alegato a favor de una profesión que no se arrepiente de haber estudiado y que, insistió, ha cambiado mucho con el paso de los años. Aun así, siguen teniendo un reto importante: captar más mujeres. «En Ingeniería Industrial el porcentaje de mujeres se sitúa en el 25%, en Informática no llega al 10%», apuntó Covadonga Betegón, primera catedrática de Ingeniería Industrial de Asturias. «¿Por qué no se animan? Ahora el desconocimiento sobre la carrera no es tan grande», se preguntó.
Gran versatilidad
Para las ingenieras asistentes a la charla celebrada en el Espacio Circus, en Oviedo, la clave está en mejorar la comunicación para transmitir mejor a las nuevas generaciones en qué consiste la carrera. Las profesionales reconocieron que el gran versatilidad que ofrece la titulación hace difícil explicar cómo se lleva a la práctica el trabajo. «Mucha gente no sabe a qué se dedica un ingeniero», comentaron. Una circunstancia que para Cristina León, asistente ejecutiva de Airbus Defence & Space, más que una desventaja es «un atractivo». «Tienes muchísimas posibilidades», destacó.
La profesional recordó cómo fueron sus primeras experiencias en Alemania, donde trabaja actualmente. «Todos mis jefes eran hombres y mayores. Te trataban diferente, no sé si por ser mujer o tener menos experiencia. Me costó que me tomaran en serio, pero luego ponían mi trabajo de ejemplo», afirmó. También resaltó la importancia de trabajar fuera del país: «Irte te abre muchísimo la mente y es enriquecedor, tanto en lo personal como en lo profesional».
Fuente: La Nueva España